11 de junio de 2008

Peces de ciudad

El despertador lleva sonando intermitentemente desde las 6:30 de la mañana, y el cansancio hace acto de presencia, llevándote a ignorarlo hasta una hora más tarde. Son las 7:30, ya no hay más prórrogas a las que acogerse; toca levantarse y afrontar un nuevo día. Otro día más. Otro largo, tedioso e interminable puto día más. En quince minutos de reloj me visto, me aseo, e intento dejar mi habitación lo más correcta posible. El tiempo avanza inexorable, y no hay segundos que malgastar si es que no quiero llegar tarde a mi destino. Así que cruzo un escueto "buenos días-hasta luego" con mis compañeras de piso (si es que a esas horas hay alguna que esté despierta) antes de salir por la puerta. No soy hombre de muchas palabras por las mañanas. No lo soy, almenos, hasta que un par de tazas de café entran en mi organismo.

Tampoco tengo tiempo de discernir si los 20 minutos de paseo que tengo hasta la estación de ferrocarril son reales o si aún estoy soñando. Prefiero no saberlo, tengo el piso demasiado cerca y podría regresar para seguir mi charla con la amohada. Gracias a ese magnífico invento llamado Ipod el camino se hace corto, y casi sin darme cuenta ya he recorrido el trayecto que me deja enfrente de la estación, billete en mano, y a punto de subir al transporte público. Es en ese momento cuando despierto y tomo conciencia de que, lamentablemente, dejé atrás la comodidad de mi cama. A lo lejos veo llegar el ferrocarril, así que cojo aire, escondo barriga, y me preparo a entrar a base de empujones, soportar el estacazo de unos cuantos codazos en mis costillas, y a no respirar durante unas cuantas paradas hasta que el vagón esté algo más vacío. Encontrar asiento es algo que ni se me pasa por la cabeza, jamás he creído en los milagros.

Una vez dentro y con el ferrocarril en funcionamiento, empieza la representación. La viejecita que se ha levantado dos horas antes para acicalarse de caras a su larga jornada de compras en el mercado, y sufre un carpetazo que le destroza la permanente después de que un hombre perdiera el equilibrio tras un bache. El chico que, sin apenas lugar en dónde poner los pies sin pisar a alguien, decide leer el periódico y, al primer frenazo, se lo estampa en toda la cara a una mujer con muy malas pulgas. El banquero recién duchado, trajeado y perfumado que se dirige a su lugar de trabajo y que, en solo cinco minutos, consigue que se desvanezca ese buen olor para adueñarse de un tufo con sobrecarga a sobaco y cosmopolitanismo de fragancias. El hombre que se agarra con la mano al techo del vagón para no perder el equilibrio, y que, durante su trayecto, da a probar su aroma de axilas a unas asustadas estudiantes. La mujer que no te quita los ojos de encima porque le acabas de rozar el culo con la mano, y, lo que es peor, que no consigues despegársela debido a que no hay espacio para hacerlo. El alitoso que no conoce lo que es un cepillo de dientes, que va con los auriculares puestos a todo volumen, y que te deleita, mañana tras mañana, con unas interpretaciones dignas de una actuación de karaoke a las 6 de la mañana salido de una monumental cogorza. Con todo esto no es de estrañar que medio viaje se haga con los cristales empañados.



Pese a lo que pueda parecer, no me quejo. Me encanta el transporte público, te permite conocer un poco más el gran abanico de culturas y de clases que hay presentes en tu ciudad. Desde los que tienen un nivel de renta medio-alto, a los de menos recursos, que usan el transporte para tocar algo de música y ganarse cuatro perras con las que costearse sus gastos. Desde los que usan los minutos de trayecto para sumergirse en las páginas de un libro, pasando por la mujer que se pinta los labios con mucha precaución por si hay un bache y se mete la barra de labios en el ojo, acabando en la cerda que se afeita en seco las piernas, dejando todos los pelos en el suelo (verídico).

Y es que, pese a ello, con el paso del tiempo uno se acaba sintiendo cómodo, como aquel que hace de lo ajeno algo propio. Con la única diferencia de que no sabes con qué sorpresa te vas a encontrar. Si con un trozo de bocadillo de aspecto poco apetecible entre dos asientos; si con una pintada en una de las paredes con la inquietante inscripción de "busco sexo o llamada para pajas"; si con una avería que te dejará tirado en el interior de un vagón durante una hora sin que te den explicación alguna; si con el breve discurso de un chico pidiéndote apoyo para un determinado tema, el cual ni entiendes ni quieres entender; si con la mirada perdida de una chica que lo único que está buscando es algo de conversación liviana; o si con el músico que se ganará alguna moneda interpretando el "Sólo le pido a Dios" de Mercedes Sosa.

Hace varios años me saqué el carné de conducir, y, pese a que es comodísimo disponer de coche propio y de la autonomía e independencia que éste te garantiza, seguiré abonado al transporte público durante algo más de tiempo. Seguiré indagando algo más sobre la gente de esta ciudad, entrando en sus vidas cuando el tren abra puertas, y saliendo de ellas cada vez que lleguen a su destino.

13 comentarios:

Bluemey dijo...

.... (aplausos) ...(muchos aplausos)

Que señora entrada que te has sacado de la manga artista! Y luego te calificas de bruto. Pues no dejes de escribir perlas como ésta porque ya no se cómo te definiras entonces.

Esto se te ha ocurrido a ti solito? Y yo que pensaba que le doy vueltas a las cosas. Bien, tu al menos aprendes de lo que ves.

Eres grande pequeñín!

Entrada de lujo. Yo casi la recetaría. "Léase 2 de éstas cada mañana y verá usted que los días los afronta con una calma y una serenidad asombrosas"

Blú

Stela dijo...

Me gustan tus relatos cortos!

Yo tengo la suerte de vivir a 10 minutos del curro, y por las mañanas no me empujo con nadie ;)
No es tan divertido, pero... me gusta despertarme, acicalarme e irme de paseo.

;)

Álvaro dijo...

Blú: Jajaja gracias por tus alabanzas. Ya sabes que me cuesta poco ruborizarme xD El tema lo tenía pensado desde hacía ya algún tiempo; exactamente desde el día que ví a la puerca esa afeitarse las piernas en el ferrocarril. Ese día decidí que debía darle un pequeño post en mi blog al transporte que se adueña de más de una hora de mi día a día. Un día de éstos te enseñaré el listado de temas pendientes... cada cual más tonto e insustancial. Un abrazo Cesc ;)

Stela: ¡No sabes lo que te pierdes no empujándote con la gente! Bueno... en verdad, mucho mejor. Tus riñones te lo agradecerán. A mí también me encanta ir a pasear; eso sí, siempre sin rumbo fijo, sin destino aparente. Y siempre con la cámara de fotos en el bolsillo, por si de pronto aparece una estampa digna de fotografiarse; uno de esos momentos que piden a gritos ser immortalizados en una instantánea. Un bso.

Mireia dijo...

Molt bo!
Ara, això de dir bon dia a les teves companyes de pis... em sembla que no acaba de ser cert... Màxim un murmuri de bon dia. O ara que teniu la Mont que s'aixeca d'hora i et desperta li has de dir bon dia? Jo ja intentava que xerressis però la son podia més.

karma dijo...

hola!
muy buena entrada. me has hecho recordar mis idas en renfe a esa peazo de universidad autóma... era lo peor, casi q preferia llegar tarde a clase pero poder coger asiento en el tren...
me ha impactado mucho lo de la depilación en seco.
a mi me hacían flipar las q se makillaban a las 8 la mañana con el vaivén del tren. es que hay gente pa tó!!!
un beso!

Stela dijo...

WOW vaya dos, me encanta hacer fotos también, siempre que puedo pillo la camara y salgo de paseo con alguna amiga ;)

Por cierto el titulo del post, es por la canción de don Joaquin Sabina? igual no, pero ... por curiosidad :P

Álvaro dijo...

Mireia: Tú perquè ets d'aquella raça en extinció que es desperta de bon humor, i busca conversa distesa a les 8 del matí. Jo la busco, però fins les 3 de la matinada (mentre tú dorms). Tenim una incompatibilitat d'horaris alarmant ;) Ara, sempre s'agraeix que em recordis la meva faceta d' "ogro" pel matí xD

Karma: Las que se maquillan de buena mañana... joer. Yo no lo entiendo; yo me siento incapaz de escribir 2 palabras sin que un bache me haga hacer un garabato de punta a punta de la libreta, y ellas pueden pintarse los labios sin problema alguno. Jamás lo comprenderé. ¡Un beso!

Stela: ¡Muy observadora! Y sí, es por la canción de Sabina, la cual estaba escuchando en el momento de redactar la entrada ;)

Stela dijo...

Personalmente me gusta mas la versión que le hace Ana Belen :P

Pero esta no esta nada mal!

Álvaro dijo...

Yo me quedo con la de Carlos Nuñez y León Gieco :D
Ese aire celta que le dan me encanta ;)

Stela dijo...

esa no la escuche

Beneva dijo...

Hola alvaro:

¡Menuda entrada que nos has preparado para la vuelta, eh! Sólo dos palabras para decirte Im-presionante. Jajaja.
Yo hace casi tres años que tengo carnet de conducir pero mi economía no me permite tener coche. Así que ya ves sigo usando transporte público (no me molesta usarlo, es más me gusta pero de mi casa al tren hay 20 minutos y al autobús más próximo diez más).

Un abrazo

Patri

_MeiA_ dijo...

passat quan tinguis un momentet pel meu blog... tens un petit premi....

un pto

Perry Mason dijo...

Muy buena entrada, si señor. Mi enhorabuena.

Relatas lo que nos pasa a muchos cada mañana con cierta exactitud. Yo voy en bus, pero para el caso es lo mismo.


Suerte y ánimo!!!

 
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