31 de marzo de 2008

Nostalgia (1a parte)

Llevo ya varias horas delante de los apuntes de política económica, leyendo líneas y líneas de artículos que no llego a asimilar, y bordeando peligrosamente el umbral que separa la salud mental del infarto cerebral. Como es lógico, en estos momentos estoy más pendiente de las pelusillas que corren por mi habitación que de los apuntes. Y es en este contexto cuando he fijado la vista en un peluche del Monstruo de las Galletas que tengo custodiando mi cama, y he sentido una nostalgia tremenda. Nostalgia de esos días en que las preocupaciones apenas existían.
Qué tiempos aquellos... ¿os acordáis de todo aquello que nos hizo disfrutar?

El tang: esos polvos mágicos que al mezclarlos con agua creaban un "zumo" que, en caso de beber caliente, provocaba un caguetazo de no te menees. El mejor era el tropical, el cual algunos tomábamos directamente del sobre.



Peta-zetas: Una de las golosinas más demandadas de nuestra época. Depositabas el contenido del sobre en tu boca, y empezabas a notar estallidos. Era un caramelo divertido e inofensivo, el cual más adelante ha tomado un uso bastante más... "alternativo". Para los que queráis saber más, buscad un tema de Cristina Percances, no hay pérdida posible. Ella os abrirá los ojos y la mente... y quizá algo más.




Cherry Coke: Otra que si tomabas caliente te pasabas el día en el baño. Fue un intento fallido de Coca-cola de traernos una de las bebidas más exitosas en el continente americano. La prodigiosa mezcla era coca-cola con cereza, y no llegó a cuajar ni tres meses, tiempo en el que desapareció de las tiendas. La canción que sonaba en su anuncio se convirtió en todo un himno del bakalao de los 90: "Alex García Beer - No hagas el indio, haz el cherokee".




Las mano locas: ¿Quién no ha recibido algún guantazo por ensuciar una pared blanca con una de éstas? Fueron una de las revoluciones del momento, y supusieron uno de los quebraderos de cabeza más importantes para todos los padres de España. La manita en cuestión se "vendía" como el instrumento perfecto para pillar los exámenes de los empollones, pero al final se acabó convirtiendo en un jodeparedes/jodetechos, ya que, en caso de que se enganchara en alguna, la mancha era inevitable. Eso sí, o tenías la casa impecable, o a los 20 minutos la manita había recogido toda la pelusa habida y por haber, y ahí se terminaba el chollo.




Los Fistros: Para aprovechar el "boom" del momento, los de Matutano sacaron estas patatas con la caricatura de Chiquito de la Calzada. Mucho no se rompieron el tarro: hicieron una bolsa nueva y metieron unos cuantos bocabits dentro. Eso sí, dentro venían los míticos chiqui-tazos, con expresiones típicas de su vocabulario (uno aún guarda la colección en un álbum, completamente impecables...).




Colecciones Panini: Todos hemos hecho alguna colección u otra de ésta gente. Las más recordadas, la de Bola de Drac Z y la de los Cazafantasmas. El placer de comprar esos sobres a 30 pesetas y descubrir lo que te había tocado, era algo fantástico. Bueno, lo era hasta que comprovabas que todos los tenías repetidos. Y cuando te daba por pedir los que te faltaban a 50 pesetas el cromo, el cabreo era de órdago. Benditos cromos.




En fin, ésta ha sido la primera parte de mis recuerdos de niñez. No he querido poner ninguna serie y/o programa de televisión, ya que la lista sería immensa. Pronto habrá una segunda parte, pero... ¿y vosotros? ¿qué recordáis?

30 de marzo de 2008

Reflexiones en el bar

Un buen día te levantas y, sin saber por qué, dejas de hacer algo. No existe un motivo, simplemente pasa. Cambias una tarea, abandonas una rutina, o dejas de hablar con una persona. Sucede. Ves el teléfono encima de la mesa sin ninguna llamada, sin ningún mensaje, y no te importa. Y un día, estando con tus amigos charlando distendidamente, descubres que no echas en falta a esa persona. Que de la misma manera en que ella entró en tu vida, salió.



Me doy cuenta de que muchas personas se ponen más trabas de las necesarias y reales para hacer algo. Sea ver más a alguien, compartir algunas horas, decirle a aquella persona lo importante que es para tí, realizar una simple llamada telefónica, lanzar una piedra al mar, o algo tan sencillo y vanal como ver una película o tomar un café.
Hazlo. Para el otro resulta gratificante saber que alguien te extraña, pero es estúpido no hacer nada al respecto. Y lo mismo sucede al revés. El "dar sin recibir" no funciona en el mundo de las relaciones personales. Almenos no en el mío.

No suele importarme quién soy, no me mortifico pensando si conoceré a alguien o si ese alguien me besará u odiará, y mucho menos que si días que ya murieron, renacen. Me suelo conformar, a menudo, con vivir el momento, y aunque muchas veces me resulte difícil desprenderme de algo que ha sido importante, tarde o temprano acabo aceptándolo. Con el tiempo acabo siendo consciente de que con cerrar ese ciclo ya es suficiente, el resto ya pasará sin que me de cuenta. Sin necesidad de volver la vista atrás.

Posts como este son los que se escriben de madrugada, cuando uno le ha dado demasiadas vueltas a las cosas en el calor de un bar, con una cerveza en la mano y unas risas sobre la mesa. Mañana será otro día.



28 de marzo de 2008

Big Fish

"Un hombre cuenta sus historias tantas veces que al final él mismo se convierte en esas historias. Siguen viviendo cuando él ya no está. De esta forma, el hombre se hace inmortal."

Así reza una de las tantas frases fabulosas que abundan en esta genial película de Tim Burton. Una de sus obras maestras que nadie, y repito, nadie, debería perderse. Una original y exquisita mezcla de comedia, drama y fantasía para crear un mundo "ficticiamente real", conmoviéndonos a todos y llenándonos de nostalgía y sonrisas. Es una película fantástica sin más, tiene magia, ilusión, hipnotismo, comedia, drama, reflexión, frases épicas, romanticismo, aventura, misterio, poesía, imaginación, oscuridad, iluminación, fantasía, realidad...

La historia, para los que no la conozcan, es la de William Bloom (Albert Finney), un hombre con una extraordinaria imaginación, el cual explicaba historias sorprendentes sobre su juventud (interpretada por Ewan McGregor) que entusiasmaban y fascinaban a todos los que se encontraban a su alrededor. Todas esas historias representaban un enorme misterio para su hijo, Edward Bloom (Billy Crudup), el cual marcha de casa para escapar de la gran sombra de su padre. Will ya no sabe qué es realidad y qué es ficción en todo lo que cuenta sobre su vida. Cuando Edward enferma, su mujer (Jessica Lange) trata de reconciliarlos, y Will se embarca en el viaje para separar la realidad del mito en la vida de su padre.



No quiero destriparos nada más de la película, pero su final es de los que despiertan el llanto. Un crítico americano dijo de ella: "Es un película preciosa... y discúlpenme, que tengo que llamar a mi padre." Vedla y lo entenderéis.

Hoy alguien me ha hecho recordar lo mucho que adoro los films de Tim Burton, así que esta madrugada, cuando caiga rendido debido a la mezcla de las cervezas y sueño viendo la película, pero con una sonrisa en los labios, ya sé a quien dar las gracias.

27 de marzo de 2008

El carné en la tómbola...

Los que somos violentos al volante de buen seguro agradeceremos esta nueva iniciativa. Y no me refieron a agresivos en cuanto a conducción, sino agresivos en cuanto al vocabulario que usamos al conducir. No soporto a los que no respetan las rotondas, que se pasan por el forro de los cojones los cedas, los que van a 3000km/h jugándose su vida y la de los demás, los motoristas que no respetan la línea contínua, los que se te pegan al culo aunque vayas con el acelerador pisado a fondo... Uff. Entro en un estado de trance y empiezo a vociferar, soltando todos los tacos imaginables y cagándome en todo el árbol genealógico del conductor que recibe mis piropos. Parezco un perro atacado por la rabia, con la babilla colgando del labio. Cualquier día, en pleno ataque de ira, monto la fiesta de la espuma dentro del coche.

Lo que está claro es que para los casos anteriormente citados solo tenemos dos opciones: la primera es el insulto, algo typical spanish, y en segundo lugar enseñarles el dedo anular, algo también típicamente español (en cazurros no nos gana nadie). La novedad está, no en los que circulan, sino en los que están aparcados. ¿A que jode encontrarse en plena hora punta de un sábado un coche invadiendo dos plazas de párking? ¿O el que aparca inventándose la plaza y luego no te deja salir? ¿Y qué me decís del que aparca en diagonal y no jode dos, sino tres plazas? Y además, que luego lo ves bajarse y es un culochandal de esos que al andar se les desprenden bellotas de la cabeza. En fin, que aquí tenemos una nueva manera para desahogarnos:




Agarras este papelito y se lo dejas en el limpia, que cuando vuelva al vehículo tenga presente que el pitido que escuchaba era porque alguien se estaba acordando de su madre.
En lo que llevamos de año me parece el "movimiento" más acertado de cuantos han surgido hasta ahora. Yo, de momento, ya me he imprimido unos cien, que el fin de semana he de ir a Barcelona y, lo que es peor, lograr aparcar el coche. Deseadme suerte.

25 de marzo de 2008

Drogodependencia

Cualquier día me da un soponcio y me quedo en el sitio. Almenos eso es lo que me dice quien me conoce y contempla mi expresión de demente cuando, literalmente, engullo los vasos (que no tazas) de café. Lo que empezó siendo como un mero acto formal para concluir la comida o para justificar el quedar con alguien, se ha convertido en una de mis obligaciones diarias. Tomar un café se ha convertido para mí en todo un acto institucional; es más, casi lo podría denominar, tal y como diría Enrique Iglesias, una "experiencia religiosa", ante la falta de la cual caería en el más absoluto pecado.

Si no me tomo un café, no funciono más que la mitad del día. Si no bebo café, soy incapaz de llevar a cabo ninguna tarea que me sea encomendada. Si no saboreo un café caliente, me encuentro excesivamente calmado y opaco, y desbordo negatividad por todos lados. Negatividad que transmito inconscientemente a quienes me rodean, generando un aura de mal rollo de tres pares de cojones. Tampoco es que bebiendo café sea "Mr. Alegría de la Huerta", pero almenos algunas personas son capaces de charlar conmigo.

Tengo más que claro el hecho de que no es bueno abusar de ninguna substancia o alimento. Todo, sin control, acaba siendo nocivo. Pero, hasta que no aparezca alguna droga parecida, aún más barata y disponible en cualquier supermercado, yo seguiré tomándome mis hectolitros diarios de café y sonriendo ante quienes me predican que el café no es bueno. Ante quienes predican al desierto. Por ellos, ahí va el último café del día en mi taza preferida.



El diseño es del maestro Forges, al cual podéis encontrar en el periódico El País. Y ya puestos, y echándole un ojo a la taza... quizá que empiece a plantearme preparar algo de cena.

PS: Cesc, me debes un café, no se me olvida.

23 de marzo de 2008

Diferentes

Hoy me he levantado con mal café. De bastante mala leche, siendo claros. Y eso que, para ser domingo, la climatología era favorable para que sucediera todo lo contrario: día de lluvia y cielo oscuro, de persianas medio-cerradas, de Eva Cassidy y Sarah McLachlan sonando en el equipo de música, de minutos para seguir leyendo "A orillas del río Piedra me senté y lloré" de Paulo Coelho, de teléfonos en silencio... pero no. Todo ha quedado en nada.
Decido abrir el periódico para darme de frente con la realidad, y ya de paso informarme sobre algo que no sea la carrera de F1, o de los problemas en las carreteras durante la llamada "operación retorno". Pues bien, como si de un programa de sucesos se tratase, me encuentro con varias noticias de agresiones racistas a unos cameruneses encumbradas bajo la bandera pre-constitucional, de intento de violaciones a dos chicas menores de edad, de una paliza a un chico homosexual a la salida de una discoteca al grito de "muerte a la m*r*c*n*". Todo de sopetón, sin embudo, calentamiento, o preparación previa. 2 tazas. Cierro el periódico y miro caer las gotas a través de la ventana. Hay días en que me gustaría encerrarme en una botella y no volver a salir.
En la línea de lo que venía comentando, quiero aprovechar para enseñaros este cartel de un estudio de diseño madrileño llamado Herederos de Juan Palomo que crearon para la exposición Motiva bajo el tema "Diferentes".



Breve, conciso, bueno. Mejor. Para ver algo más: Click

22 de marzo de 2008

"How do you measure a year?"




Quinientos venticinco mil seiscientos minutos.

Quinientos venticinco mil momentos queridos.
Quinientos venticinco mil seiscientos minutos.
¿Cómo mides, mides un año?

En días de sol, en atardeceres, en madrugadas, en tazas de café.
En pulgadas, en millas, en risas, en peleas.
En quinientos venticinco mil seiscientos minutos.
¿Cómo mides un año en la vida?
Traducción extraída del blog de Dani Valdemoro

Hay veces en que uno se pregunta cómo medir el tiempo que pasa. Qué es lo que determina si tu vida está pasando sin más, o si la vives a fondo y exprimes cada segundo del día. Un leve intento de dar sentido a aquello que vives y de la forma en que lo vives. Yo no sé dar respuesta a la pregunta anterior, pero en el supuesto de que un año se contabilice por el número de buenos momentos vividos, estoy seguro de que estos últimos días formaran parte de aquello que recuerde a final de año al hacer el recuento.

La canción está sacada del fenomenal musical de Rent, el cual os recomiendo encarecidamente.

13 de marzo de 2008

"Vaig ensetadet"

Que si provoca la aparición de acné, la pérdida de vista, esguinces de muñeca, desarrollo de la musculatura... muchas cosas se han dicho acerca de la masturbación. Demasiadas, y la mayoría de ellas sin aportar pruebas concluyentes. Lo que sí que es cierto es que el que cruza la frontera que separa el acto masturbatorio de ser un acto de amor propio, a ser un hobby y/o deporte nacional, se expone a riesgos. Véase:



En fin, como dicen por ahí, en la variedad está el gusto:



Para los que prefieran dedicar sus manos a otras tareas menos gratificantes pero que no expongan a otras partes de la anatomía humana a peligros como el antes mencionado, dejo este video de un videoclip de Daft Punk, el cual ha sido "homenajeado" (qué coño: plagiado) en una reciente campaña de telefónica:

10 de marzo de 2008

Subidón de azúcar

Alguien me comentaba lo mal que lo está pasando por culpa del amor, ese estado de ánimo que algunos aseguran que provoca taquicardias. Tener sensaciones de frío o calor, o visualizar el mundo de una manera irreal, mágica. El día a día lo supera, y es que el presente avanza de forma implacable, obligándole a rehusar parte del pasado para no quedarse anclado en los recuerdos. Con ese avanzar sin girar la vista atrás, se borraron sus pisadas, se apagaron sus latidos, y, como dice la canción de Sabina, todo fue ruido. Él desearía que le invadiera un silencio de los que hacen callar. Un silencio de los que hacen cerrar los ojos. Un silencio con el que el mundo se detuviera por unos instantes.

Es entonces cuando racionalmente tiende a buscar respuesta en la música. Dicen los entendidos que la música pop alberga esperanzas para todos aquellos con el corazón roto, y es que desde siempre este género ha utilizado el tema del amor como hilo central de sus letras y mensajes. La lista sería interminable, desde Antonio Machín al ya citado Joaquín Sabina: "Y morirme contigo si te matas, / y matarme contigo si te mueres, / porque el amor cuando no muere mata, / porque amores que matan nunca mueren...". Todos ahondan en la fragilidad de este sentimiento, y en el dolor que puede llegar a causar.

Y, de pronto, aparece Miqui Puig, ex-líder de Los Sencillos, jurado de un concurso de talentos y, por encima de todo, eterno adolescente, que crea esa preciosidad llamada "La puta canción de amor en la que el chico gana". El tema es a dúo con Jeanette (la que popularizó el tema "¿Por qué te vas?), una canción de amor redonda: excusas, novillos, cafés, azúcar, caricias, besos dulces en la frente, paseos agarrados de la mano... ese mundo "irreal" al que todos, una vez u otra, hemos anhelado ir. "Pídete un día de fiesta, diles que estás enferma, / yo te vendré a buscar, temprano a tu casa y saldremos los dos juntos a pasear. / Tengo algo que decirte, no es nada de amigos, / no hay ninguna fiesta. / Lo que te tengo que decir empieza con amor y acaba... / Espero que acabe bien. Cafés, manzanas, / calles vacías, abrigos, bufandas... / no piensas decir nada. / No cierres los ojos si ya sabes lo que voy a decir. / No importa, es fácil...".

Y es entonces cuando cierra los ojos y el ruido cesa al son de esta tierna e idílica historia.


Dale al repeat, no abras los ojos todavía.

3 de marzo de 2008

"¡Eso es andar!, y lo demás es joder el suelo"

Nada hombre, resulta que hoy volviendo de la universidad me ha dado por coger el camino largo de vuelta a casa y mirar algunos escaparates, y me he dado de morros con una de las tribus urbanas más "clásicas" y comunes: las pijas. Tiempo atrás este rebaño solamente estaba formado por crías con una capacidad mental limitada a discernir entre si son mejores las bragas del Zara o los tangas de ganchillo del Naf-Naf, pero es que con el tiempo han evolucionado, como los pokemons, hasta convertirse en una de nuestras lacras más consolidadas. Rubias de bote (sí, gritad todos al unísono: rubia de bote, ****** morenote), con piercings hasta en el mondongo, complementos a doquier que les hacen parecer una lámpara de esas de araña (pinzas, pendientes, mil pulseras...y a ser posible que brillen y suenen, que al oírlo no sepas si se trata de una pija o de una vaca con su becerro que se ha escapado enmedio la ciudad), y con preocupaciones tales como la de cuando empiezan las rebajas en Bershka.
Ideal de la muerte, vas divina, o sea, es de lo más "in", me quiero sacar el carné para ir a esquiar, o mortal de la guerra, son expresiones que forman ya parte de nuestro folklore más cañí. Si escuchas alguna de estas expresiones, ya sabes qué tienes cerca. Pero vaya, además del vocablo, toda pija en potencia o en vigencia que se precie ha de hacerse un tatuaje. Pero no un tatuaje de 30x30, el cual solo lo llevan las ordinarias y las barriobajeras, sino uno del tamaño de una alcaparra, que solo se vea con el telescopio Hale.

En fin, no quiero extenderme con el tema, ya que todos las conoceis y sabeis como son y actúan, pero como uno es de naturaleza basta y en mi piso hacemos contínuas referencias a la fruta prohibida (que no la manzana, ni las cerezas de Pacha), he de hacer mención a un último tema: nada de potorros, "felipes" (léase en catalán), higos, labios, conchas, tólonegros, tomatitos, filetones, conejos, bacalaos, ni demás ordinarieces. Una buena pija no tiene lo anteriormente citado, una pija tiene kiwi.



Aunque a veces algunas le puedan alegrar la vista a uno, mejor que se quede en eso: en placer visual. No vayamos a cagarla hablando.

1 de marzo de 2008

Recordando los 90

Llevo un par de días cabizbajo, en un estado de ánimo en el que quiero hacer ver que no me ocurre nada, y a la vez quiero mandarlo todo a tomar por culo; con ganas de hacer mil cosas y a la vez de no hacer nada; con un sentimiento contradictorio dentro de mí. No, a eso no se le llama menstruación, almenos no en mi caso, pero cosas más raras se han visto.
Dicen que tiempos pasados siempre fueron mejores, pero lejos de ponerme a debatir sobre si es cierta o no esta afirmación, me remitiré a los hechos musicalmente hablando. Y aquí el SÍ cobra total protagonismo. Así que, aprovechando lo mencionado anteriormente, iniciaré una serie de "posts" en los que iré recordando diferentes aspectos, sobretodo musicales, de las décadas doradas de los 80 y 90.

Enya - Caribbean blue



Enya es una cantante irlandesa de música New Age. Antigua componente del grupo celta Clannad, inició su carrera en solitario en 1987, cosechando un gran éxito internacional. El video que he puesto pertenece a su tercer álbum, de 1991, Shepperd Moons, con el que consiguió 12 discos de platino y su consolidación como artista internacional de éxito. Un precioso y relajante tema con el que dejar pasar los minutos mirando al horizonte.


Pet Shop Boys - Being boring



Este tema es del inicio de la década de los 90, ya que pertenece al 5o disco (4o de estudio) de los Pet Shop Boys, Behaviour, de 1990. Mientras que los anteriores álbumes del grupo usaban ámpliamente samples y sentitizadores, en éste se abandonó la idea. Fue un disco más musical y reflexivo, y, pese a que no fue un éxito en su momento, se convirtió en una obra de culto a lo largo de los años. Este video se hace muy artístico al jugar con los elementos eróticos de los cuerpos de los jóvenes y usar el blanco y negro. Una canción que habla de la erosión del tiempo, y la combustión en las relaciones personales.

Y es que las canciones tristes son las que, a priori, nos harán felices.
 
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