Aunque prefiero leer un libro durante mis horas muertas o desplazamientos en transporte público, de vez en cuando me gusta acercarme a un kiosko y comprar un par o tres de revistas de distintos ámbitos. No soy fiel a una publicación concreta, y me gusta ojear cuánto veo antes de decidirme, ya que las compro en función de los temas que tratan. Hoy ha sido uno de esos días, ya que, pese a que estaré un montón de horas en el curro, tendré bastantes tiempos de inactividad. Total, que me he agenciado la revista El Jueves para así poder echar unas risas y olvidarme de lo lentas que avanzan las horas. ¿Y a dónde quiero ir a parar contando esto?
Se cumple un año del secuestro que sufrió la revista por parte de Juan del Olmo, juez de la Audiencia Nacional, tras declarar que la portada de su número 1.573 (ahí es ná, y es que la revista nació durante la Transición, en el año 1977), publicada el 18 de julio de 2007, era una clara muestra de injurias a la corona. En ella aparecía una caricatura de los Príncipes de Asturias manteniendo relaciones sexuales, en una clara burla a la medida electoralista de Zapatero de dar 2.500€ por cada hijo que se tuviera. El juez no lo vió del mismo modo, declarándola "claramente denigrante y objetivamente infamante". Así que tras la sentencia, se procedió a evitar que la revista se siguiera distribuyendo, se clausuró la página web, y se pidió al director de la publicación que le entregara las placas, como si aún estuviéramos en la época de Guttenberg y el ordenador fuera una creación del diablo. No se consiguió el efecto esperado, puesto que, lejos de impedir la difusión de la caricatura, ésta terminó apareciendo en todos los medios de comunicación, suscitando múltiples debates acerca de la libertad de expresión, y consiguiendo que las copias existentes del número secuestrado alcanzaran precios desorbitantes en ebay. Finalmente, tras el juicio, el juez condenó a los dibujantes de la caricatura a pagar una multa de 3.000€ declarándolos culpables del delito de injurias a la corona.
Portada censurada y "rectificación" posterior
Ya se han empezado a escuchar las primeras críticas y comentarios catalogando el poster como provocación, canallada e insulto. Los meapilas y retrógradas ya están ocupando debates y soltando estupideces mientras se les llena la boca recitando de carrerilla palabras como "libertad", "respeto", e "humor inteligente", además de exigir una disculpa pública por una "mofa reiterada de la ley". Y es que, lejos de que sea o no partidario de la monarquía, siento que vivimos en un país de pandereta. Y digo país de pandereta por dos grandes motivos.
Portada censurada en 2007 / Poster homenaje en 2008
Por un lado, porque tanto que proclaman algunas personas que tenemos una monarquía cercana, interesada en política y sociedad, accesible, y campechana, tanto que intentan hacer ver a la sociedad que son "uno más", sean esas mismas personas las que intenten mantener una escala de clases (dejando a un lado el hecho de que existan o no). Es decir, una discriminación legislativa en función de a qué pertenezcas. Estoy a favor de que, como mandatarios y personas al frente del estado, la ley les garantice una seguridad jurídica, pero no de que únicamente ellos sean los beneficiarios de esa medida, sino también nuestros altos cargos políticos, los cuales, además de haber sido escogidos democráticamente, tienen un papel mucho más determinante en el funcionamiento del país.
El segundo motivo es, siguiendo con el hecho de que nos encanta proclamar lo modernos e inteligentes que somos, que seamos aún, en pleno siglo veintiuno, tan reacios, miedosos e intolerantes con hacer sátira y humor de según qué cosas. Por supuesto que hay que marcar unos varemos, unos límites exigibles para evitar herir u ofender, pero estos límites no debe marcarlos un juez, legislador o chupatintas de despacho, sino la población en sí. Debería ser la población quien pudiera discernir sobre qué puede hacerse humor y sobre qué no; en caso contrario, seguiremos contribuyendo a que las nuevas generaciones no sean capaces de pensar y opinar por sí mismas.
En fin, que de entre tanto cinismo y palabras vacías, me alegro de que una publicación tan veterana como El Jueves siga otorgándonos, 31 años después de su creación, un soplo semanal de aire fresco en el mundo del humor. Y que sigan.