Hará cerca de dos meses que escribí una entrada en la que recordaba aquellos objetos que marcaron mi niñez y la de mucha gente. Esos objetos sin los cuales, para bien o para mal, hoy no seríamos lo que somos, y a los cuales quiero recordar en este humilde blog. Así que tal y como hice tiempo atrás en esta entrada, continuamos con el repaso a mi generación:
El push-pop: Esto consistía en una barra de caramelos de diferentes sabores (a c
ada cual más asqueroso) metida dentro de un cilindro de plástico, y que se sacaba al exterior metiendo el dedo dentro, y chupando posteriormente el caramelo como si fuera un chupa-chups. ¿Qué ocurría? Pues que las babas que quedaban en el caramelo descendían y se colaban por el cilindro hasta dejarte el dedo totalmente pegajoso. Pero bueno... por 150 pesetas merecía la pena. Y además traía un regalo, que podía ser o un muñecajo de plástico horrible (habitualmente eran ranas) o una pelota saltarina.
El miko-l
apiz: No tenía secreto, era un helado con forma de lápiz que llevaba incrustado enmedio una barrita de chocolate imitando la tradicional mina de los lapices. Iba envuelto en un cilindro de cartón, y para poderlo comer había que impulsar de la base hacia arriba, provocando que todo lo que salía del cartón, en caso de estar algo desecho, chorreara por los lados. Los lamparones en la ropa estaban asegurados.
Los drakis: ¿Quién no ha comido alguna vez? Esas patatas con forma de dentadura de Conde-Drácula (aunque al verlas nadie lo diría... parece más la dentadura de un mellao) impregnadas de queso. Salieron poco tiempo antes de la Pandilla Drakis (otra de la época y que ha sobrevivido al paso del tiempo, las patatas con forma de fantasma y murciélago). De los drakis quien más se acuerda es mi madre, ya que el aroma que desprendían al abrir la bolsa se quedaba impregnado en toda la casa. ¿La parte buena? Pues que al ser tan y tan pastosas, con lo que se te quedaba pegado entre los dientes podías comer durante un par de días más.

El miko-l

Los drakis: ¿Quién no ha comido alguna vez? Esas patatas con forma de dentadura de Conde-Drácula (aunque al verlas nadie lo diría... parece más la dentadura de un mellao) impregnadas de queso. Salieron poco tiempo antes de la Pandilla Drakis (otra de la época y que ha sobrevivido al paso del tiempo, las patatas con forma de fantasma y murciélago). De los drakis quien más se acuerda es mi madre, ya que el aroma que desprendían al abrir la bolsa se quedaba impregnado en toda la casa. ¿La parte buena? Pues que al ser tan y tan pastosas, con lo que se te quedaba pegado entre los dientes podías comer durante un par de días más.

Los

Los Toi: Para acabar esta entrada, algo que no es comestible (aunque lo regalaban con un alimento). Se trata de las pegatinas de los Toi, una especie de alienígena verde llamado Toi que aparecía en cada cromo con un cartel describiendo la acción o el gesto que llevaba a cabo en ese momento. Había centenares de ellos, y los regalaban con cada bollycao, la merienda estrella de la época. Seguro recordaréis las carpetas forradas con cromos que llevaba mucha gente al colegio. Y diciendo, además, que regalaban un cromo con cada bollycao, podemos deducir que el colesterol y el sebo estaba presente en los organismos de la mayoría.

Proximamente una tercera parte. ¿Cuándo? Npi.